Vamos a contar mentiras; Mistificaciones en la Historia

PortadaLa historia puede construirse desde muchos ángulos, principalmente cabe destacar dos; la realidad y la ficción y esta última puede asimismo ramificarse en otros dos puntos, el engaño o la falsificación.

Existen graves falsificaciones tanto en medicamentos o productos alimenticios (como el aceite de Colza),  como en artículos de ocio o moda por lo que podemos deducir que la falsificación está presente en todas las facetas del ser humano y  surge siempre que existe un interés detrás, generalmente de carácter comercial.

Si profundizamos un poco podemos hablar de mistificación literaria y mistificación en la pintura que en muchas ocasiones han creado una adulteración de la historia cuyo resultado es finalmente una memoria histórica soportada sobre falsificaciones.

Lo grave, no obstante, es que al desvelarse o descubrirse como falsos muchas veces no han tenido mayor repercusión, por lo que entendemos que, si en temas “ligeros” o intrascendentes los responsables pueden lavarse las manos, cuando hablamos de falsificaciones históricas la cosa es mucho más grave.

Hablemos de Mistificación literaria;

Dos de los máximos exponentes de la mistificación literaria fueron Stendhal y Prósper Menimmé, con cuyos libros de viajes “Roma, Nápoles y Florencia” (Stendhal) o   y los “manuscritos eslavos”  (Menimmé), ayudaron a crear una serie de ficciones construyendo una historia irreal (o en el caso de Stendhal copiando textos literarios de otros autores) a la que sus coetáneos dieron crédito convirtiendo a ambos en autores de prestigio. Tanto es así que en el caso de Stendhal se le llegó a poner su nombre a una enfermedad psicosomática (Sindrome de Stendhal) pues el aseguraba que en uno de sus viajes a Florencia, visitando la Basílica de la Santa Cruz,  sufrió un pasmo por el exceso de belleza que llegó a contemplar.

Afortunadamente en el caso de Menimmé los propios eslavólogos pusieron en conocimiento que los manuscritos eslavos que publicó en 1820 eran completamente falsos.

Otro ejemplo de mistificación literaria lo encontramos en el escocés James MacPherson, quien en 1780 afirmó haber encontrado un poema épico sobre el rey Fingal escrito por «El bardo céltico Ossian”. Este texto creó gran controversia entre los medievalistas hasta que el doctor Samuel Jonhnson dictaminó que estos poemas eran falsos. Aún así, el prestigio de Ossian fue enorme entre los románticos europeos, llegándose incluso  plasmar en obras pictóricas como el “Ossian” pintado por  François Pascal Simón.

Similar a estas mistificaciones literarias son “Las maravillas del mundo” en el que Juan de Mandeville escribe una serie de relatos acerca de un viaje a la India que nunca existió.

Por lo tanto, en relación a las mistificaciones en la literatura cabe destacar que los libros de historia antes de Herodoto se basan en muchos de estos viajes, por lo que no es menor la importancia de estos artificios.

¿Que ha de la pintura?

En la pintura encontramos también grandes engaños. En este caso hablamos de falsificaciones en el arte cuando el autor de la falsificación pone a la venta las obras falsificadas.

Para hacernos una idea de lo que ha generado la falsificación de obras de arte podemos poner como ejemplo el volumen de copias encontradas del pintor impresionista Camille Coirot. De un total de 10.000 obras documentadas y controladas, han llegado a encontrarse aproximadamente 25.000.

Pero…¿son los falsificadores de arte simples aficionados a la pintura? En ningún caso. Los falsificadores son auténticos artistas que han encontrado en el engaño su forma de vida poniendo a la venta esas copias como verdaderas o bien artistas que han utilizado las técnicas de otros pintores con el objetivo de aprender de estos.

Ejemplo de ello es Pablo Picasso, con cuyo primer cuadro conocido “Ciencia y Salud” (pintado en 1897 cuando tenía tan solo 15 años) consiguió demostrar ya altas cualidades técnicas lo que le permitió viajar a Paris y empezar a copiar a Toulouse Lautrec con el objetivo de aprender de él.

Otro ejemplo de falsificaciones en el arte tuvo lugar en la conocida casa de subastas Sotheby´s, que al pretender subastar una obra de Botero recibieron la noticia de que estaban a punto de subastar una obra falsa.

En ocasiones el falsificador llega a ser mundialmente conocido y el engaño llega a alcanzar cotas inimaginables, llevándose a cabo exposiciones en los que no se encuentra ni un solo original. Tal es el caso de Tom Keating, quien, a pesar de negar siempre sus falsificaciones (alegando que el sólo copiaba por placer, o para regalar a sus amistades) empezó con magníficas imitaciones de Van Gogh o Constable y que incluso en una ocasión llegó a exponer toda una colección (“Las obras recientemente descubiertas de Samuel Palmer”) en una galería privada de Londres.

Otro caso de un perfecto falsificador lo encontramos en Han Van Meegerel, acusado de vender originales de Vermeer a los nazis, delito  por el que fue juzgado  y por el que tuvo que demostrar que era él quien pintaba esos cuadros, pues sus falsificaciones eran tan perfectas que ni un experto en la materia era capaz de reconocerlo. Van Mergel utilizaba unas técnicas y materiales muy sofisticados que le permitían perfeccionar sus falsas obras hasta el último detalle, llegando incluso a dotar al lienzo del aspecto y textura idénticos al original.

La Gioconda, a pesar de ser una obra tan reconocida, no se salvó de ser falsificada de la manera más burda. Un carpintero que trabajaba en el Louvre robó la pintura, para conseguir, junto a un amigo experto en falsificaciones, un pequeño número de copias que vendieron a particulares. El Louvre tardó un año y medio en denunciar el robo, tras el cual, el carpintero, una vez vendidas todas las copias, decidió devolver el original al museo, cuyos responsables en un principio pensaron que estaban delante de una copia.

No es la primera vez que el Louvre es objeto de engaño o estafa. Otro ejemplo lo tenemos con la  compra de la falsa Tiara de Saitafernes que les llevó a gastar 200.000 francos en un objeto que no era auténtico.

A finales del siglo XIX se encontraron muchos falsos cuadros de Darío de Regollos y Ricardo Baroja. En el caso de este último tuvo lugar una anécdota, en la que se cuenta que un día, su sobrino Julio Caro Baroja vistió una exposición en la que se exponían cuadros de su tío, y cual no fue su sorpresa al encontrarse con una pintura que había pintado el mismo siendo niño. Al notificárselo a la responsable de la exposición esta no le hizo el menor caso, pues tal y como dice la cita de Mark Twain que se muestra al principio de la ponencia “Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido engañados”.

Mucho más grave es el engaño que se llevó a cabo en Vichy (Francia) cuando un agricultor (Emile Fradin) descubrió una serie de restos en el que posteriormente sería el yacimiento de Gozet.  Junto a Antonie Morlet pusieron en marcha unos trabajos de excavación sin ningún tipo de rigor ni control por parte del gobierno francés. Esta falta de control derivó en el intento por parte de algunos de hacer pasar una serie de falsas tablillas por verdaderas, en cuyo caso se hubiese adelantado la aparición de la escritura ni más de ni menos que hasta 6000 años.

En el año 181 a.C se llevo a cabo otra falsificación en el Giannicolo de Roma , también con intereses espurios que podrían haber modificado la historia de no haberse descubierto nunca. 2 agricultores encontraron sendos arcos de piedra en los que podía leerse “Aquí están los restos de Numa Pompilio”y “aquí están las leyes de Numa Pompilio” respectivamente. Curiosamente, el arco que debía contener los restos estaba vacío, y en el otro se encontraron una serie de papiros cuyo contenido resulto  ser falso.

Así se construye la historia, con falsos documentos históricos que con el transcurso de los años ganan legitimidad siempre que nadie los cuestione demasiado. Tal es el caso de la donación de el estado del Vaticano por parte de Constantino, una  invención que se llevó a cabo cuando Pipino destituye a la dinastía merovingia para poder tener un estado y que a pesar de ser descubierto en 1440 a día de hoy sigue estando en vigor.

En definitiva, durante el transcurso de la historia son muchos los ejemplos que encontramos de falsificaciones históricas, desde los diplomas de Juan de la Cierva que permitían incluso aumentar derechos de justicia en cualquier tierra de Aragón, hasta el decreto que dictó el Rey Halí en 1057 por el cual el obispado de Denia y Baleares quedaba bajo las órdenes del obispo de  Barcelona, pasando por personajes que posiblemente nunca existieron como Bernardo del Carpio, uno de los héroes de la batalla de Roncesvalles.

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